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Teología | Dios es Santo

Levítico 19:1-2 Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios. 

Levítico 20:26 Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos. 

1º de Pedro 1:13-16 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: "SED SANTOS, PORQUE YO YO SANTO".

Dios en Su Palabra declara que el es Santo, y en Su Palabra  (La Biblia), nos revela que significa ser Santo. Si queremos conocer que nos revela Dios acerca de su santidad, tenemos que escudriñar lo que el mismo nos ha revelado de su Santidad en Su Palabra.

Las verdades más profundas acerca de Dios estan en la Biblia, y estas verdades quedarán fuera de nuestro alcance a menos que tratemos de entender a Dios al contexto de toda la luz de la Biblia y no a luz de nuestras propias expectativas, no a la luz de nuestras ideas preconcebidas con prejuicios y/o de circunstancias que dan lugar a nuestras especulaciones intelectuales y lógicas humanas.

Tenemos que conocer a Dios, como el se ha dado a conocer, mediante Su Palabra, la Biblia. Nuestros conceptos sobre la naturaleza de Dios y sus atributos influyen decisivamente en las ideas sobre las que asentamos nuestras estructuras teológicas correctas. Si nuestros conceptos sobre Dios no son correctos, tampoco lo serán nuestras ideas que nos formemos de Él. Si no conocemos al único Dios de la Biblia, terminaremos conociendo al Dios de nuestra imaginación. Todas las doctrinas o enseñanzas bíblicas están arraigadas en el carácter de Dios. Son reflexiones del carácter de Dios, son la aplicación o fruto del carácter de Dios.  Si, a la luz de su revelación "La Bibia" adquirimos una idea clara de su esencia y de Sus perfecciones infinitas y de Su personalidad, todo lo demás encajará correctamente en su lugar.

¿Qué significa ser santo? Según la revelación bíblica, la santidad es: (a) Un atributo fundamental de Dios . (b) Una virtud indispensable de todo verdadero creyente. (c) Un característica de ciertos lugares, objetos, días, fechas, acciones, etc. a. La santidad es un atributo de Dios. ¿Qué es un atributo? Es la cualidad esencial de la naturaleza o características propias e intrínseca de una persona o sujeto, que lo distingue o identifica e indican su carácter.  ¿Qué es un atributo de Dios? Es todo lo que es verdadero acerca de Dios; Sus cualidades o características esenciales de su naturaleza, que conjuntamente y sin división se funden armónicamente, las cuales son eternas, infinitas, inmutables, inseparables y distintivas que se pueden afirmar en cuanto a Su Ser y constituyen la plenitud del único infinito Ser que es Dios.

Así, el Amor de Dios es Infinitamente; Misericordioso, Compasivo, Bueno, Bondadoso, Justo, Verdadero, Inmutable, Eterno, Puro, Glorioso, Perfecto.... y por conclusión final "El Amor de Dios es un amor Santo" Etimología de la palabra Santo 

Hebreo; "Kadosh" 

"Separado", "Puro", Aquello que es puro, separado y diferente de todo lo creado. 

Se refiere a que Dios es trascendente a todo lo creado, más magnificente que todo lo creado, es absolutamente diferente a todo lo creado.  

Griego;  "Hagios" "Separado, Consagrado, Puro

La santidad es el atributo que mejor define a Dios, ya que la totalidad de sus atributos es la revelación de la santidad fe Dios.

El es separado, único, absolutamente nada ni nadie es cómo Él.

Cuando conocemos lo que Dios ha revelado de Sí mismo, llegamos a la conclusión de que el es "Santo, santo, santo". Y esto nos impulsa a su adoración y exaltación (Salmos 95:5, 103:1) La santidad de Dios, es Su cualidad absoluta y fundamental. Su pureza absoluta, inmaculada, que manifiesta Su gloria deslumbrante y eterna. Su santidad significa que el es absolutamente, mayestaticamente e insuperablemente, en una manera infinita en perfección absoluta, Él es completamente otro, libre de adherencia, impureza, cambios, limitaciones: Es "Absolutamente distinto y trascendente" a todas sus criaturas y es exaltado por encima de ellas en infinita majestad.

Es Perfecto, Puro, Libre/Separado de toda Moral, Culpa, Injusticia, Corrupción, Dios es la regla para toda conducta; La santidad de Dios significa que él es distinto y trascendente con relación a todo lo creado, la santidad de todo las demás cosas que puedan se llamadas santa derivan de Él y dependen de su voluntad, las demás cosas no santa en sí misma, sino por estar al servicio de Dios o en relación con Él, o separadas para Él: (Levítico 11:44-45, 19:2, Números 15:40, Levítico 20:7-8, 26, 21:6, Deuteronomio 7:6). Estas eran sombras y figuras de Cristo. La santidad de Dios se manifiesta en la persona de Jesucristo. Su santidad se expresa dándose a conocer, llamando al hombre a participar en lo que él hace. Solo Dios es SANTO y la santidad de todas las demás cosas o personas que puedan ser llamadas santas (Consagradas, Separadas), derivan y dependen de Dios y de su voluntad por el servicio a Dios y la relación con Dios, son santas.

Somos llamados a ser santos porque Él es Santo. Así como un hijo refleja las cualidades de su Padre, de forma que la forma de ser del hijo no sea contraria a la forma del Padre que lo ha engendrado.  

(b) una virtud (carácter de Cristo) indispensable de todo verdadero creyente.

En este sentido la santificación significa separación para Dios (1 Corintios 1:30, 2 Tesalonicenses 2:13, 1 Pedro 1:2), Dios es quién santifica, Dios es quién nos hace puro y nos pone aparte, en este sentido la santificación es el estado que resulta de la conducta apropiada de aquellos que han sidos separados por Dios.

¿Cómo llegamos nosotros a ser santos?

Los Hechos 26:18 para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.

1º de Corintios 1:2 a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: 

1º de Corintios 1:30 Más por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;

1º de Corintios 6:11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

Cuando una persona recibe la justicia de Jesucristo en la conversión (2 Corintios 5:21), es santificada por Dios, y por lo tanto, es santa delante de Dios en virtud de la justicia de Jesucristo en esa persona. 

Es por eso que los cristianos son llamados “santos” en el Nuevo Testamento, como se ve en 

Efesios 1:1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios: A los santos que están en Éfeso y que son fieles en Cristo Jesús (ver también Hch. 9:32; 41; Ro. 15:25; 31; 2Co. 9:12; Ef. 4:12; Col. 1:2; He. 6:10; Jud. 3). Así la santificación es el estado predeterminado por Dios para los creyentes que por gracia, Él llama, y en quien comienza y persiste su curso cristiano y por ello reciben el nombre de santo.

La santificación  es la relación con Dios en la que entran los hombres por la Fe en Cristo. Dios es único para mi, yo he sido separado del mundo para tener únicamente a Dios. Separado de todo lo demás para tenerlo a Él y imitarlo a Él.

La santificación se evidencia en la separación del creyente de las cosas malas y pecaminosas, esta es la voluntad de Dios para el creyente (1 Tesalonicenses 4:3) y su propósito al llamarlo mediante el Evangelio y tiene que ser aprendida de Dios, conforme Él la enseña mediante Su Palabra  (Juan 17:17,19, Salmos 17:4, 119:9).

¿Qué necesita un hombre para ser aceptado ante Dios y llegar a ser santo?" La justicia de la cruz es la base de nuestra santificacion Romanos 6:7

Justificación es una noción que permite referirse al proceso y el resultado de justificar. Este verbo, por su parte, está vinculado a demostrar una cosa con pruebas; a explicar un accionar o un comportamiento en base a ciertos motivos; o a probar que una persona es inocente de aquello que se le atribuye. Justificado; judicialmente absuelto de la pena del pecado. Justificar es el acto divino por el cual Dios declara justo a un pecador penitente, o lo considera justo. 

La justificación es lo opuesto a la condenación.

Cuando Cristo murió en la cruz lo hizo en nuestra sustitución, fue condenado en nuestro lugar y todas las exigencias forenses de la ley se agotaron en Él, se le aplicaron para su condenación y castigo, fueron plenamente consumadas, pagadas por completo, dejando satisfechas todas las exigencias penales. Su muerte absorbió todo el castigo de la ley que habíamos violado. Romanos 3:25 a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por Su sangre a través de la fe, como demostración de Su justicia, porque en Su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, La justificación no es una transformación del carácter inherente; no produce justicia, así como la condenación no produce pecaminosidad. Una persona cae bajo la condenación por causa de sus transgresiones, pero, como pecador, puede experimentar la justificación sólo mediante un acto de Dios. La condenación se gana o se merece, pero la justificación no puede ser ganada: es un "don" gratuito o inmerecido. Al justificar al pecador, Dios lo absuelve, lo declara justo, lo considera justo, y lo trata como a una persona justa. La justificación es tanto el acto de absolver como la declaración correspondiente que afirma que existe un estado de justicia. Las acusaciones de maldad son canceladas, y el pecador, ahora justificado, llega a estar en una relación correcta con Dios (que Pablo describe como de "paz para con Dios"; Romanos 5:1). El estado de justicia que el pecador alcanza por medio de la justificación es imputado (Romanos 4:22), es decir, se le cuenta como justicia (Romanos 4: 3-4). Cuando Dios imputa justicia al pecador arrepentido, figuradamente pone la expiación provista por Cristo y la justicia de él como un crédito en los libros del cielo, y el pecador se encuentra ante Dios como si nunca hubiera pecado. Por fe, el pecador acepta la muerte vicaria de Jesucristo como el justo castigo por sus propias ofensas, Dios a su vez acepta la fe del pecador en vez de su justicia personal, y pone la justicia de Jesucristo en su crédito. La resurrección de Jesús fue tan esencial "para nuestra justificación" como lo fue su muerte en la cruz (Romanos 4:25). La justicia estricta no provee escape del castigo por el pecado: la muerte. Por eso Cristo sufrió ese castigo en la cruz. Pero así como su muerte es una demostración de la justicia divina, la resurrección (que lo liberó de ese castigo) es una demostración de la misericordia divina y de la disposición de Dios de transferir los méritos de la muerte vicaria de Cristo a los pecadores que están dispuestos a aceptar su bondadoso regalo. Si Jesús hubiera permanecido para siempre en la tumba, no habría evidencia objetiva de que Dios puede y quiere justificar a los pecadores (Romanos 4:24-25). Por ello, la fe en el Señor resucitado nos permite aceptar la justificación por Cristo, y nos capacita para ello. Somos "justificados en su sangre" y "salvos por su vida" (5:9, 10). El complemento del acto de gracia de Dios al justificar es la fe del pecador que se extiende para aceptar la gracia ofrecida (Ro. 5:1,2). Por sí mismo, el hombre no puede hacer nada para obtener la justificación. Al ejercer fe confiesa su incapacidad de llegar a un estado de justicia por sus propias obras. Dios reconoce su fe y lo justifica y "ahora... ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús" (8:1): ahora es un "justo" (gr. díkaios: Ro. 5:19, etc.) ante Dios. La justificación tiene aspectos negativos y afirmativos. Consiste primero en el perdón de los pecados (Romanos 4:5-8), pero éste está acompañado por una declaración de que el pecador perdonado ha sido restaurado al favor divino. Pablo describe esta relación correcta como estar "en paz para con Dios" (5:1), o "reconciliados con Dios" (v 10). El dolor por el pecado (Lc. 18:13,14) y un deseo profundo de estar bien con Dios (Mt. 5:6) son prerrequisitos para la justificación. Luego surge la fe para aceptar la divina provisión de gracia (Ro. 4:4, 5, 16, 24). 

Esta debida relación con Dios otorga al pecador arrepentido su título para el reino de los cielos. Por esto Jesús pudo asegurar al ladrón en la cruz que estaría con él en el Paraíso (Lc. 23:43). La justificación otorga al pecador arrepentido el derecho a entrar en la carretera al reino y viajar por ella, pero no le concede el poder para avanzar por la misma. Ese poder es impartido por la morada de Cristo en la persona (Gá. 2:20), mediante el proceso de la santificación que dura toda la vida. Por la fe en la muerte de Cristo, el pecador justificado se levantará para andar "en vida nueva" (Ro. 6:4, 5). 

Aunque la justificación no le da el poder para caminar por el camino a una vida nueva en Cristo Jesús, supone que ésa es su intención. En realidad, la justificación sería inútil si rehusara hacerlo, y a menos que suceda esa experiencia, no habría evidencias de que ha ocurrido la justificación. La vida posterior testifica de la realidad de la justificación. La justificación y la santificación son 2 pasos en la salvación. Una vida en Cristo significa crecer en la gracia (2 Pedro 3:18), un crecimiento hasta llegar a la plena estatura de Cristo (Ef. 4:15). El que a muerto al pecado y ha sido justificado no significa que ha no peca, sino que ya no está endeudado legalmente a exigencia de la ley y del pecado "muerte". No quiere decir que muerto con Cristo ha sido santificado del pecado, la santificacion resulta, fluye de esto. Nuestras obras aunque imperfectas y contaminadas agradan al Señor porque proceden del más profundo amor hacia el y del deseo profundo de someternos a su voluntad revelada y los más importante es que la justicia de Cristo las cubre y las hace perfecta y agradable a Dios. 1º de Pedro 2:4 Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, 1º de Pedro 2:5 vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. (Romanos 12:1-2, Salmos 50:14,23, 141:2 Oseas 14:2, Hebreos 13:15-16, Filipenses 4:8, Dios declara "aceptos" ante Él a los impíos pecadores e injustos, por la justicia imputada e impartida de Cristo, y así comienza a transformar toda la vida. La justificación nunca debe confundirse con la SANTIFICACIÓN ni divorciarse de ella. "la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo" (Ro 3.22; Flp 3.9). La Fe y la imputación de Justicia Si la gracia de Dios es la fuente de la justificación, la fe es el medio que Dios usa para impartirla (Ro 4.16 BJ; Ef 2.8-10),6 La palabra justificación puede ser definida como el acto judicial de Dios por medio del cual, basado en la obra meritoria de Cristo imputada al pecador y recibida por fe, Dios declara al pecador absuelto de pecado, liberado de su pena y restaurado como justo. Significa estar establecido por Dios en una relación recta con él. La justificación es el acto por el cual el Dios, que es tres veces santo, declara que el pecador que cree viene a ser justo y aceptable ante Él, por cuanto Cristo ha llevado su pecado en la cruz, habiendo sido «hecho justicia» en su favor (1 Co. 1:30). La justificación es gratuita, esto es, totalmente inmerecida (Ro. 3:24); sin embargo, se efectúa sobre una base de total justicia, por cuanto Dios no simplemente pasa el borrador sobre nuestros pecados con menosprecio de su santa Ley. Las demandas de su santidad han quedado plenamente satisfechas en Jesucristo que, no habiéndola jamás quebrantado, sino siendo Él mismo totalmente santo y justo, llevó en nuestro lugar toda la ira por la Ley quebrantada y por toda la iniquidad del hombre. Cuando Dios lo es todo para ti, cuando es tu pasión, ya las demás cosas no son un problema para ti, porque has sido separado para Dios. Colosenses 1:21 Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado Colosenses 1:22 en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; Colosenses 1:23 si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro. 1º de Pedro 1:13 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; 1º de Pedro 1:14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 1º de Pedro 1:15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 1º de Pedro 1:16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. 1º de Pedro 1:17 Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; 1º de Tesalonicenses 4:3 pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; 1º de Tesalonicenses 4:7 Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. 1º de Tesalonicenses 5:22 Absteneos de toda especie de mal. Hebreos 12:14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. 2º de Pedro 3:11 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, Romanos 6:22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. ¿Cuál es la relación entre la justificación legal forense y la santificación?

Nuestra santificacion es un don de la gracia de Dios, es gratis para nosotros (romanos 3:24, Efesios 2:7), pero no para Cristo, ya que le costó su sangre y con su muerte la consiguió para nosotros. No por nuestra justicia sino por la de Cristo que es considerada nuestra categóricamente (afirmación manera absoluta sin duda, ni vacilación, si ninguna alternativa posible) mediante la fe en Él "JESUCRISTO" (Romanos 3:26-30)

Romanos 4:5 mas al que no obra, sino "cree en aquel que justifica al impío", su fe le es contada por justicia.

Romanos 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;

Romanos 5:9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. 1º de Corintios 6:11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

Santidad progresiva o santificacion La santidad en este sentido es la renovación de la imagen de Dios y su meta final es la imagen de Dios (Romanos 8:29, 1 Corintios 15:49, 2 Corintios 3:18, Efesios 1:4, 4:24, Filipenses 3:2, 1 Juan 3:2) APARTARSE DE TODA MUNDALIDAD. Mundano o mundalidad es todo aquello consevido de espaldas a la revelación de Dios, fuera de la voluntad de Dios conforme a la sabiduría humana conforme a deseos humanos que representa la carne o lo terrernal que hace lucir al pecado como normal y a la devoción como algo extraño.

Todo aquello que el mundo hace y disfruta que no forma parte del carácter Santo de Dios y que Cristo nunca haría. Es la forma de cómo un mundo que no tiene Dios, piensa, habla y actúa Santiago 4:4 ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. 1º de Juan 2:15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 1º de Juan 2:16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. El llamado a ser santos es un llamado a ser como Dios.

Es un llamdo a ser imitadores de Dios (La santidad es sinónimo de madurez y crecimiento espiritual no en el sentido de conocimiento bíblico, sino en conocimiento y práctica) la sola adquisición del conocimiento biblico no implica madurez espiritual.

La madurez espiritual no significa crecimiento espiritual en el sentido de adquisición de conocimiento bíblico de dominar todo tipo de conceptos teológicos. Podemos comunicar una idea, un concepto bíblico, una verdad biblica como si yo me hubiese sometido a esa idea o a esa verdad bíblica y puedo vivir en el contexto de esa idea y es fácil hacerlo, porque hemos academizado la fe y que la vida cristiana se queda solo en lo académico o teórico y nos creemos que la madurez espiritual es conocimiento bíblico y es evidente que podemos entender cosas que no estamos viviendo, que no me definen, que no guían mi vida ni la manera en que yo respondo, en el pasillo, en la cocina, en el comedor, en baño o en cada de las habitaciones de la vida diaria, es decir en cada una de las circunstancias de mi vida.

Yo puedo ser teologicamente astuto y ser dramáticamente inmaduro espiritualmente, hasta el punto de llegar a pensar que estas bien porque te has hecho un experto en el manejo de verdades bíblicas. Y terminar viviendo peor que un fariseo. El crecimiento espiritual o la madurez espiritual se mide según la proporción en la que hemos sido moldeado por el conocimiento de esas verdades por vivir esas verdades por encarnarla en mi vida.

No se puede igualar el nivel de conocimiento con el nivel de madurez, yo puedo tener conocimiento y no tener una madurez real, al igual que yo puedo tener conocimiento y no tener sabiduría pero no puedo tener sabiduría sin conocimiento la sabiduría es lo que haces con el conocimiento 

SANTIAGO 1:25 Crecimiento espiritual con temor reverente (perseverancia de los santos, el conocimiento de lo que Cristo a hecho por mi me impulsa a caminar y andar como en anduvo; (1 Juan 2:3-6).

2º de Corintios 5:14-16 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. Filipenses 2:12 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, La fe une al creyente con Cristo (Efesios  3:17) mediante el Espíritu Santo (Gálatas 3:1-5) y le conduce a una nueva esfera (Romanos 5.21). La santidad no es el resultado de mi conducta, sino el resultado de la morada del Espíritu Santo en mi, tras haber sido recibido por Dios como su hijo por la fe en Su Hijo. Ahora pertenezco a la familia de Dios y en esto soy Santo, he sido puesto aparte por Dios y para Dios. Debido a esta realidad, debido a esta santidad fundamental, que me mueve y me impulsa, ahora puedo y debo vivir separado de todo mal y a está santidad práctica, cada hijo de Dios está llamado a seguirla y a abstenerse de toda especie de mal. Para consagrarse a Dios y ser inresprensible y lleno de frutos de Justicia. 1º de Pedro 1:2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas. (Filipenses 1:9-11) Esta santidad práctica sólo puede obtenerse mediante la acción del Espíritu Santo que mora en mí, que me fue dado cuando fui adoptado cono hijo de Dios por haber creído en Jesucristo. Yo ahora estoy directamente comprometido y tengo que velar sobre lo que veo (Mateo 5:28), sobre lo que digo ( Efesios 4:29), y sobre todo lo qué hago ()y debo guardar todo mi corazón (Proverbios 4:23). El llamado a la santidad es, en efecto, primeramente un llamado a la pureza de nuestro corazón. La santidad que ahora nos separa del mal, también hace que nuestra inteligencia sea más sensible a la enseñanza de la Palabra de Dios y ha todo lo que agrada a Dio. Nos libera y hace que estemos disponible para servir a Dios y a sus otros hijos, y ser testigos de Cristo resucitado. De manera que el poder del Evangelio de Dios sea evidente en nuestra vida y refleje a Cristo en nosotros. A andar y caminar cómo Cristo anduvo, en pureza, sin mancha, iresprensible. En cuanto a nosotros, los cristianos, somos exhortados a santificarnos separándonos moralmente del mundo y de sus contaminadores (2 Co. 6:14-7:1). Ritualmente, el contacto con cosas o personas santas puede santificar (Éx. 29:37; 30:29; 1 Co. 7:14; pero cfr. Hag. 2:12). (b) Honrar y glorificar a Dios, Su nombre, o a Cristo (Lv. 10:3; Is. 8:13; 29:23; 58:13). «Santificado sea tu nombre» (Mt. 6:9). En Mara, Moisés y Aarón no creyeron, para santificar a Jehová a los ojos del pueblo; entonces Jehová se santificó en ellos, castigándolos (Nm. 20:12-13). Jehová será «exaltado en juicio, y el Dios Santo será santificado con justicia» (Is. 5:16). Un día, la reunión de Israel y su arrepentimiento santificará a Jehová a los ojos de las naciones (Ez. 20:41-43). El Padre ha santificado a su Hijo, y nosotros debemos santificar a Cristo en nuestros corazones (Jn. 10:36; 1 P. 3:15). (c) Santificarse significa purificarse, separarse de toda contaminación, de todo mal. En especial, este significado lo tiene el sustantivo «santificación». Es un mandato: «Seréis santos, porque yo soy santo» (Lv. 11:44-45; 19:2; 20:7). «Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación... Nos ha llamado Dios... a santificación» (1 Ts. 4:3, 7; cfr. Ro. 1:7). «Nos escogió... para que fuésemos santos y sin mancha delante de él» (Ef. 1:4). «Sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir» (1 P. 1:15, 16). Es preciso santificarse, purificarse, antes de presentarse a Dios para ciertos actos religiosos (Éx. 19:22; Jos. 3:5; 7:13; 1 S. 16:5; 2 Cr. 29:5; etc.). La santificación es la obra del Espíritu Santo en nosotros, para purificarnos, separarnos del mal y hacemos conforme a la imagen de Cristo y aceptos a Dios. De la misma manera que no podemos merecer nuestra salvación, tampoco podemos santificarnos mediante nuestros propios esfuerzos. Es Dios quien purifica nuestros corazones por la fe (Hch. 15:9), en respuesta a nuestra fe. Es Él que nos santifica (Éx. 31:13; Lv. 20:7-8). «Y el mismo Dios de paz os santifique por completo... el cual también lo hará» (1 Ts. 5:23-24). Los gentiles deben serle «ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo» (Ro. 15:16). «Ya habéis sido santificados... por el Espíritu de nuestro Dios» (1 Co. 6:11; 1 P. 1:2; 2 Ts. 2:13). Para santificarnos, el Espíritu Santo se sirve sobre todo de la Palabra de verdad, que Él inspiró, y de la oración, que Él también nos inspira (Jn. 17:17; 15:3; Ef. 5:26; 1 Ti. 4:5; cfr. 1 P. 1:2). El Espíritu Santo glorifica a Cristo, que nos ha sido hecho santificación (1 Co. 1:30). Hemos sido santificados en Él, y Él se ha santificado por nosotros (1 Co. 1:2; Jn. 17:19). El Espíritu nos revela sobre todo la verdad capital de que «somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre» (He. 10:10). Es Su sangre la que purifica de todo pecado, después de habernos procurado el perdón (1 Jn. 1:7, 9). Ro. 6:3-4 nos muestra que después de haber muerto, en Cristo, al pecado, podemos resucitar con Él y andar en novedad de vida, teniendo «por fruto la santidad» (Ro. 6:22). Todo el cap. 8 de Romanos, sin emplear el término «santificación», nos revela su secreto: «La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús» (Ro. 8:2) debe actuar en nosotros y transformar nuestra vida. Entonces no viviremos ya más bajo el dominio de la carne, sino bajo la disciplina del Espíritu, que hará morir en nosotros las acciones del cuerpo (Ro. 8:13). Pablo habla del gran misterio de la morada del Señor en nosotros, que quiere así volvernos «perfectos en Cristo» (Col. 1:26-28).

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Pero así como ustedes abundan en todo: en fe, en palabra, en conocimiento, en toda solicitud, y en el amor que hemos inspirado en ustedes, vean que también abunden en esta obra de gracia.

2ª a los Corintios 8:7

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